CAER
- Beatriz Chocano Maceda
- 31 may 2017
- 1 Min. de lectura

Caer y volver a levantarse. Tropezar, mirar y decidir. Sin más, sin secretos ni dudas. Sin mentiras ni comeduras de cabeza. Así de sencillo, así de normal. Porque al caer duele, pero es más doloroso olvidar y no seguir. La opción más fácil, pero no la más sana.
Caemos y tropezamos. A veces parece que no vamos a levantarnos más, que todo está en contra, que nada parece salir. A veces tirar la toalla parece que no es ni suficiente. Que tirarías hasta la casa entera por un balcón que ni se sostiene por esos cimientos de “y si…” o “puede…”. Nos caemos sí. Abrazamos el piso, una y otra vez, como si de eso se tratase. Memorizándolo. Sabiendo donde dolerá menos al llegar con él.
Nos caemos, es verdad, pero ahí seguimos. Con una mano en alto, aferrándonos a la idea de conseguirlo. A ese hierro ardiendo, a ese sueño retorcido que nos sitúa en el lugar justo.
En nuestro lugar justo. Y que raro que las fuerzas regresen al ritmo de la ola a la orilla, y que bonito es seguir su corriente hacia arriba, para poder decir algún día, lo conseguí, estoy donde siempre quise estar.
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