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Lo que grita el corazón traducido para que los ojos lo comprendan

MITAD NARANJA

  • Beatriz Chocano Maceda
  • 27 sept 2016
  • 3 Min. de lectura

Y al final pasa, a algunos tardan más y otros menos. Andas, caminas y sigues mirando de frente. Todo es precioso y único, no hay porque quitar la vista. Todo lo que sucede es como un cuento, un precioso cuento del que jamás pensaste que llegarías a pertenecer, y mucho menos protagonizar.

Un día sostuviste fuerte tus maletas, parecía que el metal atravesaría tus manos, o simplemente, se fusionaría con ellas, y al poco tiempo, dejaste de ver nada que hiciera que siguieses siendo esa, que antes de marcharse, tomo la decisión de no volver jamás a nada de lo que se quedó en esa ciudad de pólvora. Y sin embargo, esa perspectiva se borró con el paso de los días.

¿Todo fue real?¿esto lo es? Es lo que siempre ronda despacio con su respuesta clara. Sí, sí lo es. Y por más que lo intentes, no hay forma de evitar convertirte en un ovillo en esa pequeña habitación alejada de todos. Sostienes fuerte esa tonta manta naranja que te recuerda a tu ciudad por su color, a tu casa, que ahora se tiñe por el otoño, ese que este año no vivirás, pues repetiras la primavera.

Los recuerdos golpean fuerte, y miles de nombres recorren tu cabeza, bueno quizas no miles, pero si es una gran lista. Echas de menos sus voces, sus locuras y las escapadas del mundo que solo con ellos puedes tener. Intentas sacudir tu pequeña cabeza ante la tenue luz que se cuela por la insignificante venta, pero aun así... ¿todo es real? Cierras los ojos y cuentas uno, dos… ¿todo es real?.... Escuchas voces, ¿será tu hermano? no, no es él, ¿o si? estará en el pasillo a punto de interrumpir la nada que estás haciendo como suele hacer cada día… tres, abres los ojos, y la puerta no se abre. No es él, y... sí, es real.

Apoyas la cabeza en la pared, suspiras, y agarras el teléfono, miras todos esos números y te das cuente en ese preciso instante, de que si, lo has hecho, estas al otro lado del mundo y nada es lo mismo. Punto para ti, ha pasado un mes, pero mejor tarde que nunca. ¿Es malo? No. Amas todo esto, y a cada una de esas voces que están tras la puerta. Estarías loca si no los quisieras. Pero aun así... amnesia, eso deseas, amnesia, como dice esa canción de 5sos. Dejar de recordar momentos en los que te sentías en las nubes, olvidar cada rostro y cada abrazo del que jamás querrías haberte soltado, e incluso, de los que llegan cuando ya te olvidaste de ellos. Entonces... ¿es real?¿todo esto lo es? Sí.

Y te encantaría salir corriendo a tu estúpido Cedro y escuchar a tu amiga diciendo que al Spit chupitos otra vez no y las risas que esto proboca porque todos sabemos que ahi haremos la noche. Terminar discutiendo al trivial con posibles vasos volando sobre nuestras cabezas. Escuchar como hablan de cine y siguir sin conocer ni un maldito nombre de los directores que mencionan una y otra vez. Patear cada calle, cada bar en busca de patatas con bacon y queso. Simplemente coger el coche y terminar en una ciudad perdida en nuestro pais de dos colores, o más bien, escucharles hablar por horas sin cansarme y sin tener porque participar para sentirme dentro de su mundo, mi mundo.

Si, puede que sea real. Tendré que admitir que me deje la mitad de mi en esa ciudad. La misma que se llena de colores en el cielo, esa que grita ¡Amunt Valencia! o simplemente la que huele a agua salada y chocolate. Entonces…. Puedo decir, que no cumpliré la promesa que me hice antes de irme, pues dejaría de ser yo totalmente. Solo sería mi mitad.

Al final pasa, aunque pienses que no, aunque sepas que caminas hacia algo mejor, terminas mirando hacia atrás y toda la realidad te golpea haciendo inevitable desear estar con ellos dando vida a esas calles que tanto nos conocen, esas que esperan que el espectáculo comience y que solo lo hace cuando estamos juntos, siendo nosotros por completo.


 
 
 

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