top of page

Lo que grita el corazón traducido para que los ojos lo comprendan

A 11MIL KM

  • Beatriz Chocano Maceda
  • 2 sept 2016
  • 3 Min. de lectura

¿Serán esas calles de aires familiares, pero totalmente distintas, que mis pies caminan? Si, esas de estilo inglés, con sus suelos grises y rodeadas de ese océano verde con olor a recién cortado. Las mismas que, indecisa, exploro sin un orden concreto, sin una pequeña referencia que no me haga destacar sobre aquellos que pasan por mi lado. Esas mismas que me hacen sentirme más cerca de casa, y olvidar, que estoy a 11 mil km. ¿será eso?

¿Será su peculiaridad? Ese gran contraste, esa variedad que deja ver estilos que conviven, que se complementan, creando un caos característico. ¿será eso? Sus casas coloridas que narran historias al pie de la letra o esas más enrevesadas, como si fueran… un cuadro abstracto, con su caparazón para que las proteja de ser entendidas y así huyeran de ser heridas. ¿Será su combinación de figuras que buscan apagar el gris del cielo que las sobrevuela? Esas que han decidido que no solo las personas tenemos derecho a vernos bien, esas que posiblemente inventaran el estilo vintage y retro, antes incluso, que los mejores diseñadores parisinos.

O quizás, sean las que buscan alcanzar el mismo cielo, que se elevan por encima del resto con ganas de ver más, sin miedo a crecer. Esos edificios con espíritu soñador que no conocen límites. Esos más jóvenes, esos que, quieren conocer que hay más allá, y que si, sus cimientos se lo permitiesen, recorrerían cada tramo de la ciudad en la que nacieron e incluso más.

¿Serán cada una de las historias que guardan esos edificios de diseño gótico renacentista, que te hacen volar a un pequeño cuento de novela romántica al estilo europeo? ¿Sera eso? No lo se la verdad.

¿Serán sus atardeceres? Si esos que pintan el cielo de naranja y rosa sobre las nubes, y que resaltan las siluetas de los grandes edificios. Si, como esos que fotografiaba a 11 mil km con mi pequeña cámara. ¿será el echo de estar bajo el mismo cielo? Quizás el pensar que eso me hace estar cerca de casa, cerca de aquellos a los que no veré aún en meses.

¿Será el recuerdo del invierno? ¿La vuelta al suéter, a esa taza de chocolate caliente frente a la chimenea y bajo la manta? ¿Será que me había cansado ya del verano y de las sandalias? Quizás quería volver a ver ese humo salir al soplar al viento y sentir como los guantes en realidad no calentaban mis manos. ¿Puede que sea eso?

Tal vez, solo tal vez, sea su gente. Su cercanía, su preocupación, su simpatía, esa simpatía que se refleja en las sonrisa inmediata e imborrable. Sus andares despreocupados pero con prisa por llegar a sus destinos, si al puro estilo americano que tanto vemos en las películas que todos los cines ponen. ¿Será su manera de hacerte olvidar que no estás en tu barrio, en tu ciudad o país? ¿O puede que sea la forma en que te hacen sentir en casa? A fin de cuentas, el hogar está donde hay alguien esperándote, ¿no? ¿puede que sea eso? El haber dado, en escasos días, pedazos de ti a personas que te han dado un pedazo de ellas. Esas personas, ya no tan desconocidas, con las que has empezado a crear historias en esas casas con personalidad divertida. Aquellas que ya son parte de ti. ¿Será eso?

O puede, que no sea nada de eso. Puede que sea justo todo lo contrario. La propia inseguridad de equivocarse en el camino y correr una aventura improvisada solo buscando llegar a esa fría habitación en una residencia alejada. Tal vez sea todo lo que hay por conocer, todos sus rincones y su historia. O quizás sea esa manera de hablar, ese idioma similar pero diferente. Esas palabras que te hacen trabarte y reírte al renunciar a hacer un trabalenguas de coloquialismos propios. Esas mismas palabras que te delatan, pero que terminan uniéndote, pues son “la wea”, si “la weita” que los hace “arto bacan”. Esas palabras que en cualquier otro rincón del mundo, como a 11 mil km, nadie comprendería por “fome”. Puede que en parte sea eso.

Si, tal vez sea eso, el hecho de que todo mi mundo ha dado un giro de 365 grados. Que ahora estoy justo boca abajo, y que a 11 mil km, puedo decir que estoy pisando el cielo, porque es aquí donde empieza mi camino, y no necesito tener los pies sobre la tierra. Eso es arto aburrido po.

L . f .


 
 
 

Opmerkingen


Posts recientes
Archive
Search By Tags
Follow Us
  • Grey Facebook Icon
  • Grey Instagram Icon

© 2015 por Little feelings.

bottom of page