SIMPLE
- Beatriz Chocano Maceda
- 6 may 2016
- 3 Min. de lectura

Y un día todo se calma. Ves que el mayor de tus problemas a dejado de serlo porque siempre fue el mas simple. Solo se calma. Dejas de sentir, no permites que nada pase ese frío muro, esa estúpida coraza que un día construiste y que tontamente dejaste de lado al siguiente. Si, vuelves a ese punto, a ese preciso punto en el que te perjuras no volver a caer como tonta. En el que la vida solo tiene unos ojos, solo unos, los tuyos. Con una única voz naciente de tu garganta y a la única que vuelven escuchar tus oídos. Vuelves a dejar que la música te mueva y sigues andando. Y por fin dejas de rogar al maquinista que demore la partida de esa estación cualquiera en la que decidiste entretenerte sin saber si se subirían a ese tren contigo o soltarían tu mano tirando el billete.
Todo se vuelve silencio, no hay más palabras, no merecen la pena, todo esta dicho y demostrado. Lo aceptas y continuas, te vuelves fría. Dejas de creer y continuas. Ocupas tu mente y pensamientos, no dejas que nada te separe de tus metas. Buscas irte lejos, porque aunque no lo vayas a decir mientras el tren comienza a coger velocidad dejando atrás todo, estas rota, si lo estas pero ya no puede quedar ni el recuerdo, porque el tiempo que pierdes pensando en lo que tuviste hace minutos, te hará perder horas y días. Es mejor hacer como cuando despiertas de un perfecto sueño. Imaginas que esa historia es tan solo parte de un libro que leíste y en el cual te metiste, nada importante ni relevante. Solo un simple problema al que te aferraste, quizás por ser el único en el cual tenias algo que decir… o quizás tampoco.
Así que si, te rompes, o mejor dicho terminas de hacerlo. Ya lo estabas, llevabas tiempo cayendo y cayendo, pero como siempre te negaste a admitirlo. Siempre había una forma para quitarle peso. La negación siempre fue una fase de la que no querías salir, así que, te arrastrabas rogando como una idiota e intentabas no perder lo que ya no existía. Pero al final, decides…o tu o esto, esto o tu. Y lo ves, colgado en la percha en la parte más interna de tu armario, si ese vestido que tanto valorabas, que tanto te gusta y que es parte de ti. Lo desempolvas y te vistes nuevamente con el. Dejas que el orgullo haga contrates con tu piel y vuelves a salir a la calle con la cabeza levantada y el corazón roto. Pero era un simple problema.
Te miras en ese espejo y te fijas. Y si lo ves, marcas de lágrimas que jamás deberían haber recorrido tu cara y las marcas de las que nunca salieron. Valoras, sopesas y vuelves a mirar. El tren continua, aun no ha salido el sol, sabes que no, pero comienzas a distinguir el verde tras la ventana. Las nubes aun tiñen el cielo por cada problema importante que aun no has contado, esos por los que te aferraste a este simple y corriente lío. Esos que te ahogan y por los que chillarías, los que aun no has llorado, los que no permites que se conozcan o evitas. Te estabas rompiendo y te ocultaste. Te estabas cayendo a cámara lenta y sigues haciéndolo hacia abajo asustada porque la vida real te ha golpeado duro este último año. Sin embargo, eres fuerte, lo sabes y puedes prometerte que vas a estar bien. Solo tienes que seguir empeñándote en levantarte de esa cama y salir fuera. Disfrutar de aquello que otros no pueden, ese aire no tan puro pero si perfecto con el abrazo del sol.
Por esos sonidos felices. Ritmo, mucho ritmo, el ritmo de lo vivo, de la propia vida, en su vaivén. Solo era un simple problema, de esos que te hacen distraerte, de esos que después comprendes que no merecen tanto la pena, porque la tierra no va a dejar de girar, ni tu vida se va a estancar. Sigues viva, es mucho más de lo que puedes llegar imaginar. Estas rota, si estas rota, y el tren sigue, puedes oír su constante zumbido, pero aunque estás rota, sabes que llegará un momento en el que pegaras cada uno de tus trozos, que seguirás adelante y en el momento que mires atrás, solo lamentarás a ver perdido el contacto. Pero no tiraste tu el billete...
L . f .
Commentaires