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Lo que grita el corazón traducido para que los ojos lo comprendan

SILENCIO

  • Beatriz Chocano Maceda
  • 25 feb 2016
  • 3 Min. de lectura

He decidido morir. Si, lees bien, he decidido morir, porque solo muriendo puedo apagar todo. He decidido desconectarme. No sentir, no soñar, no respirar. He decidido olvidar cada paso, cada señal, cada color y aroma. No recordar ninguna película, ni ninguna escena a la que aferrarme. Borrar tu recuerdo, esa sombra que me acompañaba a cada lugar en el que estuvimos, cada palabra que hizo que mi corazón quisiera salirse del pecho para terminar la carrera y llegar a ti, cada detalle que me hizo sentir que era más.

He decidido morir y decirte adiós en silencio. Sin reproches, sin escenas, ni lágrimas. Porque, seguramente, ni tu te diste cuenta de que me estaba despidiendo, que era el adiós que nunca pronunciaría en voz alta, el que no saldría de mis labios, el que nunca escucharían tus oídos. Porque nunca se me dieron bien las despedidas, porque no sabría que decir, porque no podría haberlo hecho. Pero lo hice, aunque no prestaras atención, lo hice silenciosamente.

He decidido morir y volver a nacer lejos de tus alas. Esas que me hacían llegar al mismo cielo en tus días de verano, cuando había calma, y al mismo infierno cuando solo tenias tormenta y se precipitaba contra mi. Esas que hicieron que perdiera la cordura. He decidido ser yo el ángel que vuele tan lejos que no distinga entre los puntos que quedan bajo sus pies. Aquella que de luz a su propia vida, como antiguamente hacía antes de que le brindaras ese primer beso. He decidido volver a ser yo el eje de equilibrio de mi propia historia, en la que no hay líneas para un coprotagonista. He decidido olvidar que alguna vez las hubieron, olvidar que alguna vez desee que las hubieran.

He decidido caminar sin fijarme, para que nada intente llamarme, para que nada me recuerde, para que nada me pare y me haga volver. He decidido sobre la bola del mundo el punto más lejano donde perseguir mis sueños, he escogido la fecha en la que no habrá vuelta a atrás, en el que la huida será oficial. Y aunque no este bien, aunque no deba, esta vez seré yo la que acelere el paso hacia el lado contrario, la que se deje llevar a otras aventuras, la que no quiera encontrarse conocidos ni escuchar viejas voces. Esta vez, seré yo la que finja, la muda, la que no este. La que decida conservar sin más grietas el corazón y deje de escuchar lo que tiene que decir.

Seré como esa chica del coche, la chica que hace tanto tiempo deje atrás. La que no quería vivir una película, la que no tenía la necesidad de sentirse en un cuento. Quiero volver a ser esa chica, la chica que, un día volviendo en ese coche, dijo que pasaba de estas movidas, que la vida era corta y nadie tenia que hacerle olvidar lo que es vivirla. La que tenia claro que no necesitaba a nadie más para sentir que todo está bien, la que sabía a donde iba aunque de vez en cuando dudara. He decidido ser esa chica, la que no le importa hacer el ridículo, la que se reía de todo y no necesitaba la aprobación de otros.

Es hora de volver a ser la que nunca debió irse. Es hora de visualizar ese punto del globo, ese punto y volver a empezar, porque he decidido que es hora de coger lo necesario y seguir caminando.

L . f .


 
 
 

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