SOMOS
- Beatriz Chocano Maceda
- 4 ene 2016
- 3 Min. de lectura

Si es que cuando me hablas me pierdo, no lo puedo evitar. Nunca se me dio bien seguir instrucciones y aún menos leer mapas. Siempre he sido de esas que tiene dos derechas y creen vivir en el mismo día de la semana. Un pequeño y tierno desastre que se acentúa cuando me hablas, porque entonces… es irremediable, me pierdo. El mundo enmudece y solo está esa melodía que sale de tus labios con esa emoción y dulzura que acaricia mis oídos y aturde el resto de mi, pues todo parece dejar de existir, porque para mi, se reduce a estás cuatro paredes que nos acogen y a este sofá que nos soporta. A nuestras tranquilas charlas sin tiempo, a las cosquillas odiadas que empiezan una batalla que siempre pierdo o ese contacto que tanto me calma.
Son cada una de las caricias que han recorrido mi rostro por el paseo de tus manos. La colonia que se impregna en mi ropa sin pedir permiso y que mi nariz rápidamente reconoce sumergiéndose en ella. Son esos nervios tontos del principio que parecen que me ahoguen, hasta que sonríes, y cuando sonríes, desaparecen, no dejan rastro y no puedo evitar preguntarme si los habré imaginado. Somos cada película vista con cada comentario y sus silencios. Esa música que nos invade y une en un torpe baile. Las miradas socorridas y poco disimuladas. Los deseos no confesados y nuestras huidas repentinas hacia el lado contrario, separándonos. Esas comeduras de cabeza y cada vez que presionamos el botón de pausa.
Somos esa paradoja, ese nada y al mismo tiempo todo. Somos el tiempo juntos que desbarata la idea dibujada de permanecer alejados. Un eterno abrazo en la noche que no distingue quien es quien. Un empeño de ser y no ser. Ese silencio por semanas y habla por horas que nos engancha hasta que el sueño vence. Una gran contradicción que fluye. Los besos que mis labios recuerdan por el roce con los tuyos y que hacen que nuestras murallas caigan sin freno, perdiéndonos el uno en el otro.
Nuestro tierno desastre de “si y no” que nos define. De ese quiero y no quiero, puedo y no puedo que nos persigue. El intermitente dudoso, seguro e inseguro al segundo siguiente. Pero ¿sabes? Somos ese tipo de olas, que parece que nunca llegarán a la orilla con fuerza, y que después, son las más esperadas por los surfistas. Si, esa ola que se levanta sobre el resto y a los pocos metros se calma, volviendo a no ser nada pero que vuelve a levantarse con ganas. Aquella que atrapa y en la que surfear te acelera. Esa con la que haces un giro 360º que te hace volar alto. La que en un instante puede hacerte desconectar y sentir esa simple armonía entre tu y la tabla. La ola perfecta
Y es cierto, no lo podemos evitar, somos ese bonito déjà vu que se funde en besos una y mil veces. Ese déjà vu creado por lo que nos despierta el uno al otro. Simplemente un pequeño desastre y bonito déja vu, un autentico tú y yo, así que… ¿volvemos a alzar la ola?
L . f .
Comments