ALAS
- Beatriz Chocano Maceda
- 11 ene 2016
- 3 Min. de lectura

Simplemente pasó, no pude evitarlo, y aún así, lo confieso, intenté negarlo. Quizás fue su forma de moverse, como si le pesará el cuerpo o ese aire pasota que desprendía. Quizás la forma en la que observaba en silencio como si analizará los detalles e hiciese un pre análisis, o tal vez, fuera su rostro serio. Sus gestos bruscos o su tono borde y condescendiente, o tal vez, esa chupa. No lo se, simplemente paso, y si, es cierto, seguramente que nada de esto hizo que no pudiera apartar la mirada de él mientras se acercaba aquel día ¿Qué tenía? ¿qué era?
Quizás la forma en la que trataba a las personas cuando dejaba de lado la fachada de chico duro. La sonrisa permanente en su boca o el sonido de su risa nada perezosa. Esa determinación continua con sus ideas claras y visión de futuro o ese niño juguetón que se pasea cuando la muralla flaquea. La forma en la que está pendiente y el silencio cuando no sabe pedir ayuda. Su positivismo en vena y su ángulo a la hora de mirar la vida. Su lucha en aquello que cree y la suerte que la vida le brinda.
Sus ralladas mentales que le hacen correr en contra dirección o sus momentos de caída en las que se encierra en si mismo. Quizás sean sus abrazos en los que parece que nada malo pueda llegar a pasar o su paciencia. Quizás sea esa mirada intensa o la forma en la que frunce el ceño en cuestión de segundos para después dejar escapar un emocionado “ah!” cuando las cosas parecen cobrar sentido. Y claro, no pude evitarlo, simplemente pasó… se que tampoco fue por su colonia, aun que si, lo confieso, me encanta ese aroma.
Quizás fueron el sabor de sus besos a los que soy adicta o la forma en la que su nariz roza la mía. Esa respiración acelerada que su pecho no consigue disimular y que tan a compas va de sus latidos o tal vez sea como aparta mi flequillo de mi rostro y el roce que sus dedos dejan. Puede que sean esas mariposas y nerviosismo que solo él despierta o esa tranquilidad que solo con él consigo. O puede que no sea nada de esto.
Puede que incluso, sean esas conversaciones eternas y la confianza sin limites que nos regalamos mutuamente. Esos piques tontos y golpecitos absurdos que nos hacen sonreír sin remedio. Quizás sean esos roces que buscan nuestros cuerpos y que erizan nuestra piel o cada mirada que nos conecta. Puede que sea la imaginación absurda que despierta en mi o esa sensación vertiginosa de caída libre hacia dónde hace tiempo evite ir.
Tal vez sea por esa falta de entendimiento o la lucha constante de evitar lo inevitable. Quizás sea el hecho de fingir que mi presencia no le importa y a mi tampoco la suya, cuando nuestras miradas nos traicionan y buscamos al otro, solo para saber que está ahí o ese miedo repentino de perder el contacto. Pero, si, es cierto tampoco creo que sea nada de esto.
Quizás esa imposibilidad de despedirnos el uno del otro creando nuestro propio tiempo dónde unos minutos son horas reales en el mundo donde nos toca vivir que es distinto al que nosotros juntos creamos. Pero también puede que sean esas noches donde el sueño nos abandona dándonos esa intimidad en la que nos perdemos o puede que sea esa sensación de que todo va a salir bien cuando nos escuchamos y nos apoyamos. Cada palabra que confiesa el deseo de pasar más tiempo juntos o la necesidad de gastar bromas. La forma en la que sus ojos me ven y la confianza que me otorga al no querer cambiarme. O en realidad sea sus escasos momentos moñas, pero su perfecto apoyo. La verdad no lo sé.
Entonces, si no es nada de esto ¿qué es? Quizás sean sus alas, esas que tan solo parecen ver mis ojos. Ese algo que nadie más tiene y que soy incapaz de describir, pero que hace que no pueda evitarlo, aunque me mienta e intente negarlo. Porque no es lo que tiene, sin duda no es lo que tiene, sino como es, que inevitablemente, me pierde. Puede que nadie me entienda, pero es normal, nadie más puede verlo como lo ven mis ojos, nadie más es capaz de ver esas alas que oculta tras su chupa, solo yo.
Y por alguna extraña razón, tengo el recuerdo de ellas, antes de ese primer día... así que si, sin duda, fueron sus alas.
L . f .
Kommentare