MITADES

Suave respiración con su van y ven que eleva el pecho despacio. Calma, calma infinita de un cuerpo dormido sin tormento. Inocencia pura a apenas milésimas. Almohada de tus pensamientos que vuelan libres en una noche fría en la que intentas conciliar el sueño sin éxito, porque simplemente no puedes o no quieres. Aguantas cada parpadeo al máximo por no hacer algún ruido que perturbe su trance.

Grabas a fuego esa imagen que ante ti se desvela. Guardas cada rasgo, cada detalle, cada cambio ligero en su expresión… y lo ves tan indefenso, como el niño que lleva dentro, el que oculta tímido e inseguro.

Tus ojos y boca se abren ligeramente ante la sorpresa, porque por primera vez, por primera vez lo ves tal y como es, trasparente y claro. Sin influencias, sin sus demonios diarios, sin su mascara pasota, solo a él e inevitablemente tu rostro se acerca al suyo, para observarlo aún más de cerca.

Un ángel humano, con sus errores, tropiezos, momentos, ideas, despistes, incoherencias, rarezas. Un ángel humano que también teme y se hace el valiente en ocasiones. Un ángel con todo su tacto y bondad. Humano que evita mostrar sus debilidades para sobrevivir. Un ángel que te guarda entre sus brazos y humano cuando piensa demasiado.

Dos mitades, humano y ángel.

L . f .